Andrés Calamaro cantante y compositor
“Nunca fui un músico cómodo”
Calamaro reunió ayer largas colas de fans en Valencia para la firma de su último disco, tras muchos años sin realizar actos promocionales
Calamaro reunió ayer largas colas de fans en Valencia para la firma de su último disco, tras muchos años sin realizar actos promocionales
Andrés Calamaro (Buenos Aires, 1961) ha regresado con La lengua popular, su disco más redondo en años. Mirando al futuro y huyendo del tópico del músico atormentado, el argentino ha vuelto a reinventarse.
-Ultimamente va a más de un disco por año, ¿es un chollo para su discográfica?
-La verdad es que nunca fui un músico con fama de cómodo o dócil. Con El Salmón, incluso, me convertí en un artista satánico. Solo espero que este nuevo disco se escuche más que los anteriores.
-Dicen que la paternidad vuelve blandos a los músicos de rock. ¿Le preocupa?
–La verdad es que no tengo una respuesta hippie para eso, no estaba en la sala de partos escribiendo 30 canciones con una guitarra y un bongo.
-Se cumplieron hace poco 30 años de la muerte del Rey del Rock. ¿Sigue pensando como en su canción que ‘Elvis está vivo’?
-Mucha gente asegura haberlo visto. Elvis inspiró a nuestros héroes musicales más icónicos como Beatles o Rolling Stones. Yo lo quiero y lo admiro con todas sus contradicciones.
-¿En qué idioma habla ‘La lengua popular’?
-Cuando yo hablo de la lengua popular pienso en la lengua que besa, que miente o que dice la verdad, que siente el gusto de las comidas y, por supuesto, en la lengua de los Rolling Stones. El disco no escapa a cuestiones sociales ni a distintos registros del universo sentimental. Y también aprovecho para desmontar la teoría del artista que sufre y por eso escribe mejores canciones.
-En plena era de la metrosexualidad se declara ‘Sexy y barrigón’. ¿Una provocación?
-Tiene algo de eso. Principalmente quisiera yo saber que opinan las mujeres de una buena barriga. No es una canción autobiográfica, es rebelde.
-En otro tema habla de las musas. Viniendo de alguien que sacó un disco con más de 100 canciones, ¿no le parece que ha abusado de las musas?
-Si, yo abusé alguna vez. Pero no las llamaban musas por aquel entonces. Tenían nombres propios y no eran mujeres... Es ilegítimo e insalubre esperar a las musas y lo más probable es que ni siquiera existan.
-¿Que importancia tiene su relación con nuestro país en su carrera?
-Fundamental, el equivalente a un doctorado. Cuando llegué ya era un músico hábil pero en España instalé mi estilo y llegué a mi incipiente madurez rockera.
-“Parte de mí no cambió y, a la vez, sigo siendo el mismo Andrés que no dormía jamás”, canta. ¿Dónde ha quedado ese Andrés? ¿No cree que alguien lo echará de menos?
-Yo no practico la nostalgia y me parece que ciertas cosas hay que vivirlas por uno mismo. Si alguien quiere vivir la nocturnidad, el canallismo y la destrucción de relojes y calendarios que lo haga por si mismo. Cada uno tiene que vivir su propia época maldita. Yo ahora grabo discos de día y estoy economizando en rabia, desesperación y angustia. Y creo que es una buena administración espiritual.