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  Calamaro, la Real Sociedad y yo mismo
  Entrevista Ricardo Aguilera
 


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Entrevista a ANDRÉS CALAMARO  

Definitivamente, Calamaro vuelve. El año pasado ya dio un aviso de que había atravesado el ojo del huracán con la aparición de “El Cantante”, un disco que marcaba las diferencias. Firmemente instalado en el universo “Casa Limón”, Andrés Calamaro hizo en esa grabación un ejercicio de humildad y de homenaje interpretando temas firmados por clásicos del cancionero hispanoamericano. Ahora certifica su resurrección como intérprete con la aparición de “El Regreso”, un disco grabado en directo en el Luna Park de Buenos Aires la pasada primavera. Rodeado de amigos y sostenido por la banda argentina Bersuit, Calamaro repasa su historia musical y coge impulso para el siguiente salto.

PREGUNTA - Cambio de hábitos, de país, de compañías... ¿Fue dura la experiencia?

RESPUESTA - Fue una metamorfosis larga y profunda. Al contrario que la del Gregor Samsa de Kafka, me desperté un día y ya no era una cucaracha, era un hombre. Cambié muchas cosas en mi vida, pero la principal fue dejar de consumir drogas duras. Eso fue muy importante, pero las cosas no se acomodan de un día para otro: ni la cabeza, ni la inspiración, ni el estado de ánimo. Antes trabajaba como si fuera un científico buscando una vacuna, aislado del mundo exterior. Me dediqué a la experiencia creativa sin importarme mucho el resto de la vida. Tenía un ritmo de vida realmente difícil de sostener. Cruzar una frontera era una situación de riesgo real. Yo consumía hasta para ir a comprar discos. Eran ya muchos años y muchas veces había estado al borde de la locura o podía terminar en la cárcel o en el hospital. Pero tampoco me siento una víctima, en todo caso de mi mismo. Después del disco de “El Salmón” seguí con un ritmo creativo envidiable, pero nunca publicaba nada y le encontraba explicación a todo. Ahora vivo una vida más luminosa, pero no fue tan sencillo como dejarlo y al día siguiente ya sentirse bien.

PREGUNTA - Te fuiste a vivir a Argentina, pero has seguido grabando en España, como en el caso de “El Cantante”.

RESPUESTA - Es que en Madrid estaba muy bien acompañado y custodiado por el clan de Javier Limón, que hoy en día probablemente sea uno de los colectivos espontáneos musicales más importantes del mundo. Esa mezcla de cubanos y gitanos alrededor de Javier está transformando lo que una vez fue música popular en “big music”, con ese tratamiento aerospacial de arte mayor. Sin embargo, llegué a Buenos Aires y también me sorprendí porque encontré que mis canciones se habían escuchado y habían servido de ejemplo para otras bandas, y mis actitudes personales, el desapego por el éxito, el dinero y figurar, me habían dado un crédito especial con mi pueblo. Mi repertorio tenía más importancia que nunca. Tenía la confianza y el cariño de un pueblo que me grita cosas lindas por la calle. Sin tocar, sin hacer giras, sin publicar discos, vine a descubrir en Argentina que me había convertido en una referencia importante para otros músicos. La verdad es que no me lo esperaba. Ya estaba sorprendido por el respeto y la reverencia que me mostraban los músicos en España. Manolo García me dedicó su disco, y nosotros no nos conocemos en persona. Supongo me lo dedicó por mi actitud o mi ética. La verdad es que rodeado de gente como Diego el Cigala, el Niño Josele o Jerry González, o los maestros del tango, uno tiene que conservar la humildad. Además, si se pierde la humildad se pierde el respeto y eso ya es un desastre.

PREGUNTA - En el disco “El Regreso” la portada reproduce la huella del hombre en la Luna. ¿Una alusión?

RESPUESTA - Es la famosa foto de toda la vida. Se supone que es de Neil Armstrong en la Luna. Es una pequeña broma del disco: resulta que el estadio en el que hicimos esta grabación se llama Luna Park. Fue construido en los años treinta y fue escenario de muchos eventos de la vida política y deportiva de Argentina: el velorio de Eva Perón, las peleas de box con los campeonatos mundiales de Carlos Monzón... Allí se han echo conciertos de rock y es a donde me llevaban mis viejos a ver el circo de Moscú, por ejemplo. Otra broma es lo de la frase famosa de Armstrong en la Luna. En este caso se podría decir que tal vez este disco sea un pequeño paso para la humanidad, pero es un gran paso para mi. Después de cinco años sin cantar realmente me sequé. Pensé que no iba a cantar nunca más y que cada día iba a ser más difícil la vuelta. Sin embargo, esa primera pisada en “El Luna”, parece que es el primero de una serie de pasos. “Levántate y anda, oí una voz que me decía”, y ese es el primer paso que di.

PREGUNTA - ¿Y qué te llevó a dar ese pequeño-gran primer paso?

RESPUESTA - La telepatía me funciona bastante bien. Esa es una de mis virtudes, o tal vez defectos, que la toxicidad no me desmembró. De manera que yo sabía que algo así iba a pasar. Aunque me resistía a reconocerlo, lo adivinaba. Y fue el encuentro con el grupo Bersuit, que poco a poco me fue convenciendo de que me subiera a un escenario con ellos. Ya nos habíamos cruzado en la vida otras veces, y este regreso fue un poco resultado de la voluntad de todos los muchachos de la Bersuit. Ellos me dieron su música, su tiempo, su local de ensayo. Si no fuera por ellos me habría quedado en la Luna y no habría llegado al Luna. Hace un año me invitaron a subir al escenario en la ciudad de Mendoza a cantar un par de canciones de El Cantante. Después se ofrecieron a ser mi banda y acompañarme. Acabamos debutando el la ciudad de Cosquín, donde se hace un festival de música folclórica que dura tres días. Había muchísima gente y para mi fue una pesadilla, no se podía probar sonido, llevábamos un mes y medio sin ensayar... En vez de calentar en un local menos comprometido, directamente nos fuimos al infierno de aquel festival sin probar nada. Así que nos quedamos con las ganas de hacer algo más controlado en Buenos Aires y de esa manera llegaron los conciertos en el Luna Park. El disco es fiel reflejo del tercero de aquellos conciertos. Yo tenía la garganta más castigada que nunca, sabía que no había sido el mejor concierto de mi vida, pero me aconsejaron recordar que ni Jimi Hendrix debió grabar el mejor concierto de su vida.

PREGUNTA - En la versión que haces en directo de “Estadio Azteca” en este disco, recitas unos versos del “Martín Fierro”...

RESPUESTA -
Gracias le doy a la Virgen
Gracias le doy al Señor
Porque entre tanto rigor
Y habiendo perdido tanto
No perdí mi amor al canto
Ni mi voz como cantor.

Es lindo, ¿verdad? El “Martín Fierro” de José Hernández es nuestro equivalente al Quijote. Después de muchos años volvía a leerlo y descubrí que hacerlo de adulto es emocionante y sigue siendo un libro muy recomendable. Es nuestro tesoro cultural; sin él sería difícil entender qué fue Argentina y qué es ahora. El que actualizó el mensaje de Martín Fierro fue Atahualpa Yupanqui, evidentemente desde una perspectiva más socialista. Hablo de “El payador perseguido” y otras obras de ese estilo. Me gusta esa ética criolla y paisajística, la verdad.

PREGUNTA - ¿Y piensas seguir por esa senda?

RESPUESTA - Cuando grabamos “El Cantante” creí que iba a ser un paréntesis para rendir homenaje a los autores e intérpretes que cantaron esas canciones alguna vez: Atahualpa Yupanqui, Roberto Goyeneche, Carlos Gardel, Mercedes Sosa, el trío Los Panchos, Chavela Vargas, Héctor Lavoe... Finalmente no cerramos el paréntesis y seguimos profundizando, porque desde hace un año estamos preparando un disco flamenco de tangos argentinos, principalmente con el toque de Niño Josele. También incluimos dos sesiones que hicimos con Jorge Reinoso, un pianista uruguayo, y otra sesión con Juanjo Domínguez, que es el gran guitarrista del tango, el equivalente en Argentina de Paco de Lucía, un guitarrista virtuoso y extraordinario. Grabamos mucho Gardel, es decir, el tango viejo. También hay tangos de los 30 y 40, como “Naranjo en flor”, que ya lo grabé en “Honestidad brutal” junto con el autor, Virgilio Expósito, que todavía estaba vivo. Y después hay algún tango de los 50, como “La última curda”, de Troilo y Cátulo Castillo; “El sur”, de Troilo con Homero Manzi, y hay una canción sencilla de Piazzola con letra de Homero Ferrer, que es la “Milonga del trovador”. No vamos a descubrir nada, no escarbamos en el repertorio más desconocido del tango. Yo estoy aprendiendo. Nunca engañé ni a Josele ni a Limón, ellos saben que no soy ni un tanguista ni un experto en el género, pero le presto mi voz al tango y creo que el tango debería estar contento. El disco se lo dedico a Papo, uno de los fundadores del rock en Argentina, que murió en accidente poco antes de que tocáramos en el Luna Park.

PREGUNTA - ¿Cómo has visto las últimas elecciones legislativas de tu país?

RESPUESTA - No sé si estas últimas elecciones, con la competencia entre la mujer de Kirchner y Chiche González, la de Duhalde, fueron una operación de marketing u otra cosa. Es probable que todavía nos queden cincuenta o cien años de justicialismo, pero creo que ya pasamos lo peor. La transición de Ménem a Kirchner no fue sencilla, porque en medio tuvimos los gobiernos interruptus de De la Rua, la devaluación y la crisis que dejó a mucha gente en la calle y sin sus ahorros. Creo que lo de Ménem fue algo similar a la etapa de Aznar en España. Si bien Ménem tenía una imagen más frívola y un anticarisma distinto, creo que hay similitudes. Fueron muchos años robando y con una política que influye en la vida personal de la gente. Ahora estamos con Zapatero y con Kirchner y creo que todos sabemos que podía ser peor.

(Publicado en Metrópoli -El Mundo-)
 
   
 
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