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  Calamaro, la Real Sociedad y yo mismo
  Entrevista RollingStone 01-04-2001
 

Rolling Stone
http://www.rollingstone.com.ar/

01.04.2001 | 00:00

Andrés Calamaro

Canciones para sujetar el viento, y la nada y evitar el suicidio del placer y la felicidad.

Todo empezó con un mail que hablaba de otro mail anterior, donde le había pedido una entrevista a Andrés Calamaro (AC) para esta revista:

De Gabriela Esquivada
Para Grabaciones Encontradas
Asunto: Nota Rolling StoneFecha: miér. 25 octu 2000 22:58
Hola, Andrés,¿Remember nota Rolling Stone?
Beso, Gaby
De: Grabaciones Encontradas
Para: Gabriela Esquivada
Asunto: RE: Nota Rolling Stone
Fecha: 29 de octubre de 2000 6.53 am
Gabriela...hola... ni me acordaba del asunto stone... no sabemos en qué quedó... pero ya nos veremos en baires donde espero re-volver pronto...Mi plan es evitar la promoción personal y mi entorno lo considera demasiado sofisticado... qué antiguos!!!Acá... cuando me reponga del efecto madrid, espero volver a mi vida intensa de creación y redacción cancionera ...un beso

El intercambio de correos siguio hasta poco antes de la Navidad.

"Recién estaba pensando en unos reportajes que hice en Barcelona -escribió AC-. Los críticos habían escuchado bien los cinco cds, y sin embargo no me preguntaban ninguna cuestión musical, nada de melodía ni de armonías, ni las canciones, ni la antigrabación: todo era una adivinanza en torno al disco-personaje... Se evitaron las verdaderas cuestiones que sí tuve en cuenta, y entre las manos, durante los meses de terminar el centenar-cardumen de canciones. ¿Creemos posible que una nota, por ejemplo en Rolling Stone, se hiciera cargo de cuestiones étereas por el estilo?"

Y: "Estoy volviendo a Baires mañana o pasado". Y también -en contradicción con ese viaje anunciado y postergado-, todavía en Madrid: "No voy a presentar el disco. Es mi siglo de renuncia. Miento". Y por último: "La verdad es que me aburro a mí mismo en las entrevistas... Si existe algo que me incomoda un poco es la vida propia. Existe una imagen pública mía (supongo, porque jamás consumo ese tipo de cachivaches) cercana pero muy distante de la realidad... especialmente a partir del desgracioso (!!!) Honestidad brutal... En fin... me queda algo de los aspirantes a intelectuales, pero anarco-reaccionarios, que subían y bajaban corrientes... permanentemente... Me gusta aclarar dudas y bajar línea pesada... I’m ready. Por mí arrancamos vía mail, nomás...".

Sin embargo, no hubo entrevista por correo electrónico. Recién un mes y medio más tarde, cuando AC se instaló en Buenos Aires, empezamos a hablar en el departamento que El salmón convirtió en un estudio de grabación llamado Camboya Profundo.

Somos feos pero tenemos nuestras canciones. En un ambiente de paredes bordó satinadas, con cortinas y sillones color visón, un hilo de luz se filtra por las persianas cerradas. Sucedió en enero pero el tiempo fue, es y será presente: en la casa de AC se ha suspendido la manera habitual de medirlo. A modo de chanza, o de evidencia, el reloj de la cocina atrasa una hora, los quince grados de longitud al Este que separan Buenos Aires de una ciudad colombiana llamada Medellín. Fue un lugar célebre por cierto producto típico en los años mozos de la gente que hoy habita Tacuarentown, el pueblo de los cuarentones que inventó AC, joven argentino clase 1961.

Es, por tanto, la hora que uno quiera: resulta fácil creer que la noche ya cayó aunque sean las 5 de la tarde de un jueves de enero. Las luces se encienden y permiten ver con claridad un piso de pinotea, un piano rojo y roto como de un batazo o dos, un sofá rosado, una foto de Miguel Abuelo en la pared, una lámpara de pie poco firme, una mesa ratona de madera, un equipo de música y una caja de cartón con unos cuarenta cdrs. AC los mueve, arrebatado: la caja es un quilombo. Una pared de cartón cede, los cdrs se desparraman y AC encuentra los dos que quería. Llevan escritos, con su letra de imprenta recta y profunda, títulos como "Las modas", "22 de agosto", "Viejita vampiro", "El Palacio de las Flores", "Pedimos mate", "El respeto", "El loro", "Tumba y cielo", "El bocho de la zurda".

Son algunas de las canciones que siguen a las 103 de El salmón.

-¿Querés escuchar? -me ofrece. Una vez más, sus canciones dejan de inmediato una marca en mi memoria. O mejor: sólo puedo reconocerlas, aunque no las haya escuchado antes, porque algo hay en su montaje -¿un estilo?, ¿un lugar en una tradición?, ¿un eco de sentimientos vividos antes?- que las convierte en obras inspiradas, capaces de hacer compañía al que las escucha. Sé que no soy la única que siente eso.

-¿Ya estoy yo para grandes canciones? -parodio, y aprendo que en esa casa los chistes lo hace AC y nadie más.

-¡Pero no, mujer! Eso lleva signos de admiración, para que quiera decir todo lo contrario: ¡Ya estoy yo para grandes canciones! Es como decir: "Sí, claro, mirá que yo voy a estar para grandes canciones... Yo no estoy para nada...".

AC se mueve al ritmo -la cabeza, los brazos y los pies desnudos, rebordes claros de su ropa siempre oscura y lisa- mientras se escucha a sí mismo. Sus canciones, tejidas, como dice él, con sus armonías vulgares, brillan como una constelación de ideas que sostienen su mundo: respeto, humildad, amistad, novia, señora, canciones, hora Medellín, palo, rock, viejita vampiro, guerrillero, códigos; botón, país terminado en -ina.

Pregunta, con una sonrisa tierna:

-¿Te gusta?

Me faltan las palabras para contestarle. La canción se llama "Los chicos" y dice: "Muchos amigos se fueron antes que yo/ Y me dejaron solo (...)/ Hace mucho que los quiero ver". Supongo que él sabe que no estoy pensando en sus muertos rockeros más célebres -Miguel Abuelo, Luca Prodan, Federico Moura- sino en c. e. Feiling, nuestro Charlie, su amigo desde la infancia hasta el triunfo de una leucemia en 1997, el escritor que fue mi gran amor. Pero aún segura de que él entiende, no puedo compartir el impacto que me produce su voz al susurrar esa línea que expresa tan sencillamente en qué consiste la herida que deja una ausencia: "Hace mucho que los quiero ver". No sé qué decir.

-Es un poco heavy, ¿no? -avanza, comprensivo-. Componiendo con la ventana abierta empecé a convivir con el cielo. Y me di cuenta de que recordaba con alegría a mis muertos queridos. Pensé que era una gran suerte: no recordar el nombre de algunos vivos pero pensar en mis muertos con la alegría que merecen. ¿Voy a empezar a escribir sobre la gran m? No, aunque tengo más amigos muertos que mi padre, que tiene 85 años.... Miguel fue mi único fan -dice, mientras arroja una lata de gaseosa vacía contra la foto en la pared-. Creía en mí cuando yo mismo no creía. Voy a recordar con alegría a mis muertos queridos y a vivir como si fuera inmortal hasta que se demuestre lo contrario.

Lo digo con mi mejor sonrisa de amianto. En el ascensor, rumbo a la calle, advierto que pasé cuatro horas y media en casa de AC. Durante esas cuatro horas y media dijo cosas como:

"En este país Diego Maradona va preso y Jorge Rafael Videla está libre. Pero conmigo no van a poder. Yo soy de Barrio Norte."

"Nadie puede ser libre si no sabe que el día dura verdaderamente veinticuatro horas."

"¿Quién dice que estoy flaco? ¿Gente que no me conoce, a la que no le importo?"

"Los músicos me llaman, me dicen que me extrañan. Pero no sé qué hacer en Madrid. Vivir de los discos que vendo en Madrid: El salmón, en la versión completa, vendió el doble que el chiquito acá. Nunca antes me había pasado."

"Bondad también significa recordar que vos podés estar peor que yo."

"Una noche hice quince canciones con el mismo título. Quedó «Mi funeral 11»."

"Hay muchos yonquis de no hacer nada, que engancha muchísimo."

"La sonrisa de tu novia es como la paz en el mundo. Pero no quiero darte un golpe bajo."

"No quiero hacer giras. No me gusta tocar y puedo escribir canciones en casa. No soy un guitarrista, que usa los dedos: yo uso las palabras."

"Hago primero y luego veo cuál es el objeto. No puedo ponerme detrás, buscar hacer doce canciones útiles."

"¿Te levantás al mediodía y comés como un chancho, y te quedás aplastado, y después comés de vuelta, y ves la tele, y lo hacés rapidito y mal? Llamo a eso una vida normal."

"Me sobraba letra, así que tuve que agregar música."

"Soy aristócrata y pordiosero. No tengo a nadie por arriba ni por abajo."

"¿Sabés cuál es la diferencia entre un chino y Los Dos Chinos? Si te lo tengo que explicar, nunca lo vas a entender. Eso dijo Duke Ellington cuando una señora le preguntó qué era el swing."

"Acepto la realidad tal cual es. Estoy sin laburar y sin mucha guita. Es así. Porque no soy un garca que vive de la explotación de otros. No trabajo y soy bohemio. Al estilo antiguo, reo de la Recova de Retiro."

"No puedo grabar una canción si no es mejor que la última que hice."

"Yo soy viejita vampiro: con suerte duermo de día y de noche escribo."

"Alguna droga es buena, pero si es buena. Caso contrario, es el Diablo, es el mal. Y no es del palo."

Dado que en ese encuentro fue casi imposible hablar de El salmón (prefirió mostrar la obra que vendrá: "Veintidós, El loco... Qué sé yo cómo se va a llamar el próximo disco"), quedamos en volver a juntarnos el domingo siguiente a la tarde. Pero ese domingo fui al cine, no a la casa de AC.

No vi las tres flores grandes y claras sobre el fondo negro de la puerta de entrada, la pared de ladrillos picados, la iMac roja en la barra de la cocina, el piso en damero del pasillo. Porque cuando llamé el domingo, para confirmar la cita, AC me dijo:

-No sé si hacer la nota.

-¿Perdón?

-No confío mucho en las cosas que digo. No me gusta ver mi cara en los quioscos. No me gusta ir a una fiesta y que no haya alguien más famoso que yo. (¿Quién decía eso? ¿Truman Capote?) Es que puedo ser contradictorio, o se me puede ir la mano... porque lo mío es frenesí, más que opinión. Estoy rayado con un amigo que me llevó a un programa de televisión. "Es importante para mi carrera", me dijo. Estoy enojado. No entra más a mi casa.

Cortamos.

Nos volveremos a ver. El jueves siguiente sonó el teléfono. "Es Andrés", me dijeron.

-Estuve pensando. Si no sale mal, puede salir muy bien, ¿no? -comenzó AC-. Pasa que estuve tanto tiempo escribiendo, grabando y de gira que ahora estoy encerrado en casa, pensando más en los textos, o en cualquier cosa, y no quiero hacer notas. Pero podemos hablar de lo que hago, movimientos literarios musicales. Una especie de guerrilla teórica musical.

-Bárbaro. ¿Y las fotos?

-La nota es tuya, la cara es mía. Hace tanto que no me hago fotos que se me cayó la vanidad. Pero la tapa blanco y negro de Rolling Stone lanzó el diseño artista de culto. Y no se puede volver atrás: es un ciclo que dura poco. Después viene el clásico. Y después el artista, a secas.

-¿Todavía estás en el ciclo del artista de culto?

-Los ciclos duran cuatro años como límite natural. Clásicos son... los Beatles. Lo importante del artista de culto es que recupera la identidad, aunque no importa cuál sea. Se habla mucho de lo musical sin hablar de música: se habla de marketing. ¿No podemos hacer una nota que ayude a que la gente escuche música y hable de música?

O todo lo contrario (depende del horario). Quedamos en hablar el viernes a la noche para acordar una cita para el sábado a la tarde. Lo llamé. Me dijeron que me iba a devolver el llamado. Me fui a dormir sin noticias de AC.

El sábado a la tarde insistí. Me dijeron que me llamaría ese día o el siguiente. Volví a perder las esperanzas de hacer la nota. Pero, por las dudas, empecé a ordenar el material que había juntado.

Soy así desde que nací. Decían esos apuntes: "Nació el 22 de agosto de 1961 en Buenos Aires. En 1978 grabó B.O.V. Dombe con Raíces. De 1981 a 1985 integró Los Abuelos de la Nada -con Miguel Abuelo, Cachorro López, Daniel Melingo, Gringui Herrera y Gustavo Bazterrica-; compuso "Mil horas", "Costumbres argentinas" y "Sin gamulán". En 1984, carrera solista: Hotel Calamaro; 1985: Vida cruel; 1988: Por mirarte; 1989: Nadie sale vivo de aquí. Al año siguiente, España. Con Ariel Rot, Julián Infante y Germán Vilella formó Los Rodríguez (1990-1996): Buena suerte, Disco pirata, Sin documentos y Palabras más, palabras menos. Visitas a Buenos Aires con salidas solistas: 1994, Grabaciones encontradas (volúmenes 1 y 2); 1995: banda de sonido de Caballos salvajes, película de Marcelo Piñeyro; 1997: Alta suciedad; 1999: Honestidad brutal. Entonces, El salmón".

La próxima vez te digo que sí. Y el bueno de AC llamó y preguntó cuándo hacíamos esta nota. Hubo, al fin, otros encuentros sin medida de tiempo, en horario Medellín, que condujeron a un borrador de casi 80 carillas. Con ustedes, el artista.

Nunca fue mudo, pero ahora ac es capaz de reirse de su verborragia: "No caigo en la trampa de hablar como un boludo", dice, y exige las preguntas de la entrevista, y las ignora con elegancia. Cuando iba por el tercer cuestionario, cada uno completamente distinto excepto en su futilidad, empecé a sospechar que hay un continuo en la conversación de AC, del que la gente entra y sale. No hay fin de párrafo, ni de ideas; no hay protocolo de entrada o salida: uno llega, se sienta en un sillón y empieza a escuchar lo que esté diciendo; en algún momento, sin que se haya hecho pausa propicia alguna, uno se levanta, saluda y se va. Es así desde que AC consolidó, con Cuino Scornik y Jorge Larrosa, el Movimiento Literario No Intelectual de los Poetas de la Zurda, cuya característica central es -define- "el pensamiento en movimiento".

-¿Qué es la zurda?

-¿Lo querés ver como la izquierda? ¿Hacer las cosas por zurda, los marginales? ¿Ser comunista, ser solidario, ser Hebe de Bonafini? ¿Los veintidós, los locos? ¿El corazón, el músculo de la sangre? Nos juntamos porque no tenemos lugar ni en los cementerios.

La animalización, los verdaderos días de 24 horas, el debate musical, aquello que tomábamos en los 80 creyendo que era cocaína, el fuego sagrado, Tacuarentown, palabras terminadas en -ina como Argentina: AC va de un tema a otro sin articulación pero con fulgores que a veces me fascinan. Otras veces pienso que lo que dice no tiene mucho sentido. Y otras pienso que yo no lo entiendo pero que es evidente que él puede seguir el encadenamiento vertiginoso de las ideas en su cabeza: "Tenemos dos o tres años de tiempo útil y después Nuestro Vietnam, el Agarrate Catalina hacia un calentamiento de sillones, pérdida de la estabilidad de un colectivo, amputación de piernas. Tarde para conocer la importancia del agua en la navegación. ¿Para qué caminar si no hace falta correr?".

La incontinencia como continente AC comenzó a delinearse en Honestidad brutal: 37 canciones apretadas en dos discos. "Miré mi repertorio y me di cuenta de que era de una sencillez que no corresponde. Quería un salto de calidad, enfrentarme con el verdadero deber, llegar a un punto más importante en letras y en música -incluso persistente en la armonía vulgar- y... reencontrar el oficio, ¿no? Escribía canciones con otra dinámica y usando, además de papel, un grabador que me permitiera trabajar con la música a la misma velocidad que escribía la letra. Y necesitaba un período de bohemia, de verdadera libertad... Algo imposible bajo los efectos de la actualidad: sobraba cualquier clase de tara social, política, televisiva o telefónica".

En esas cuevas mentales y musicales adoptó el audio-verité como el Programa Andrés y llevó adelante la antigrabación de El salmón. Sería errado llamar grabación a esos días dedicados a "ir hacia delante en una suerte de campo de batalla", como explica AC. "Frente al carnaval careta, al villano darse cuenta, al qué dirán y a una categorización de probable oveja negra (en un país que necesita una oveja negra por familia, o por departamento), en Tacuarentown se escuchaban estas canciones. El salmón es un poco de pedo. En ningún momento nos hicimos problema por grabar un disco. Ni por otra cosa".

En diciembre de 1999 se encerró con sus cofrades Scornik y Larrosa, y un solo juguete: una portaestudio. "Quiero aprovechar el mes para grabar permanentemente canciones que se llamaron siempre igual, Los viejos tiempos, como suponía que íbamos a decirle al siglo xx. Teníamos los relojes puestos en Hora Medellín: nada de lloriquear si empezaban a cantar los pajaritos. Estábamos en la gloria. La forma en que hacíamos la música tenía características tántricas, igual que mi conducta sentimental y sexual. Se cumplían todas las fantasías carnívoras de ebriedad de cualquier cosa para después conquistar el contacto espiritual posta y no ser cómplices del suicidio del placer y la felicidad".

La antigrabación empezó en una mesa, sin sillas pero con papel en blanco, junto a la cocina. "Fue divertida, trágica y por momentos violenta -recuerda AC-. En enero tuvimos un conflicto con el vecindario categoría b, de botón. Puede ser v, de vigilante. Emprendimos el éxodo hacia Plaza San Martín, donde estuvimos muy inspirados en un apart-hotel de la calle Suipacha. Nos fuimos con un resumido de los bártulos, la parafernalia que pudo entrar en un taxi, y seguimos inventando diferentes formas de grabar en cuatro canales... De ahí son «Enola Gay», «Cafetín de Buenos Aires», la odiada «Revolución turra», «Rumbo errado», «Laura va», «Durazno sangrando», «Revistas», «Freaks», mi favorito «Expulsado del paraíso»... Todas las grabaciones más densas, el trabajo más artesanal".

Cuando Crónica dejó de publicar cosas como "Cantante rockero protagonizó varios escándalos en edificio, incluido el lanzamiento al vacío de muebles y otros objetos contundentes, lo que motivó las quejas de copropietarios", AC volvió casi con alfombra roja a su casa y se acomodó en el altillo donde nacieron "El Día D", "Malena", "Jugando al límite", "All U Need is Pop", "Reality Bomb" y "Presos de nuestra libertad". Pulió una idea: se graba como se vive. "Destruimos lo que se entiende por componer o producir o maquetar, que supone considerar la música de tus canciones algo que pueda numerarse y convertirse en un objeto redondo y chato... Nosotros tenemos el gobierno del aire. En la dinámica, el espíritu y el sonido de las grabaciones domésticas se reconoce el pulso de la inspiración y la locura".

El salmón finalmente resultó de técnica mixta: hubo un trabajo en estudio. AC llegó a la casa Warner en Madrid con una valija llena de casetes. "Decidimos trabajar con un disco estándar, que se va a poder separar, y completar el resto de las canciones. Generalmente se trabaja una canción por jornada, pero nosotros hacíamos diez. Las grabaciones caseras resultaron un éxito, inclusive las que yo considero más pesadas, que forman parte del disco uno. Grabé algunas canciones de nuevo, pero pocas. Loco, la mayoría de nuestros discos favoritos son de cuatro canales y los llamamos Frank Sinatra, Beatles, blues... Supongo que hay 103 formas de grabar un disco con 103 canciones, pero no hubo tiempo."

Un domingo a la tarde de mucho calor, en la acogedora oscuridad de su casa, mejorada por el gran poder de unos equipos de aire acondicionado, AC fusiona el Veintidós que vendrá con El salmón que fue y me propone escuchar una selección de veintidós canciones de El salmón que hizo para un amigo. "Uso siempre la cifra", dice, y comenta de track en track:

W "Nos volveremos a ver", la primera que hicimos con Jorge Larrosa;

W "Recuerdo reloco", que es como el otro lado del espejo de Alicia... Taladro un poco con una de mis vulgaridades más frecuentes con la armonía, un sentimiento que se da en el cuerpo... Armonía: de todas las cosas que hacen falta para hacer una canción, es la palabra más linda;

W "El muro de Berlín", un texto de Cuino que en su momento consideramos universalista;

W "Reality Bomb" no es tan pesada como las letras que hicimos después, pero está buena... Tengo el down, que sería el trotar del hip-hop, y lo pongo a funcionar con bossa nova: el híbrido no tiene swing pero la letra es una visión infantil de la década de los 70, a través de un desfile de granaderos.

W "Expulsado del paraíso" me gusta mucho porque es ese tipo de grabaciones que suenan a camiones recolectores de basura;

W "Preso de nuestra libertad": tengo ilusión de que inspire a algunos adultos cuarentones a suicidarse;

W "Un poco de diente por diente" es una fantasía popular de venganza divina;

W "Rumbo errado": es la original de portaestudio, reconozco hasta el moco... Es una canción sentimental y marginal donde habría que suponer, porque es de rock, que la primera persona es el pueblo y la chica es la República;

W "Mi funeral 11", un poco de talk-rock que me hizo sentir, por un momento, que había rozado alguna suela de gran letrista;

"Jugando al límite" echa vistazos políticos desde la marginalidad;

W "Mi lobotomía": una de las canciones pesadas;

W "Nada que tengas que esperar llega": un buen eslogan;

W "La diabla" tiene que ver con el desembarco de droga que, en realidad es falsa: ¡ni siquiera debería ser ilegal!;

W "Revistas" recuerda historietas de Editorial Columba, Skorpio, todo eso...;

W "Ojos dos ojos": curioso: casi nunca me fijo en cómo son los ojos de la gente;

W "Río manso", una litoraleña;

W "Día D" es una canción sentimental heavy, con un par de imágenes buenas;

W "Enola Gay" es como una catarata de efectos especiales;

W "Qué ritmo triste" cuenta el episodio del milagro blusero;

W "Aguas peligrosas"... No es Apocalypse Now exacto, la navegación final, pero...

W "Palabras luminosas": nunca había intentado una letra de ese tipo... Es un buen retrato de Miguel Abuelo pero también tiene momentos poéticos.

W Finalmente "Valentina"... una canción muy espiritual.

Silencio. Mirada clavada en la pared cuando agrega: "Esas fueron las que elegí".

"la animalizacion -proclama ac- es método en esta casa." Empequeñecida en mi identidad humana pregunto de qué hablamos cuando hablamos de animalización: "Es como una dieta para eliminar la grasa, como su nombre lo indica, que leemos, vemos, escuchamos, hablamos y nos hace perder mucho tiempo. Un régimen para romper con esta vida que no conforma a nadie y elegir asuntos de high, de pensamiento, musicales -lógicamente- y sexuales. La animalización nos quita los mil dolores pequeños que podrían interrumpir el control total de la técnica, dentro de nuestras posibilidades no académicas, de las armonías vulgares y la berretada intelectual de los poetas de la zurda."

AC se despierta cada día -o algunos días, o algunas noches, o cuando sea que se despierte- y comienza esa rutina de animalización artística que se extiende sin otro límite que la resistencia física: "¿Cuántas veces por jornada sale el sol? -preguntó-. No sé, yo conté tres". Y entonces, imagino, se habrá desmayado. La vida del animal artista se juega en la acción, nunca en la contemplación. AC nunca está estando -como dice Manuel Castilla en su "Canción del que no hace nada": "Yo estoy/ nomás me va tapando los ojos la eternidad"- sino que, al contrario, siempre está haciendo. Me pregunto si esa hiperactividad animal no tendrá por fin ocupar el lugar de alguna angustia humana, algún vacío, algún miedo.

Lo cierto es que en esa metamorfosis AC ingresa a un territorio que define como el auténtico estrellato: "El momento ideal, cuando hay algunas cosas que no se acaban nunca". No es un sinfín material: es magia. "Estás improvisando, poniéndole feeling... no hay explicación posible para esa capacidad de conmover, poner a funcionar las costumbres o plantar una espina. La única explicación es esa clase de inteligencia antiguamente conocida como talento musical. Usamos el fuego sagrado para agarrar la birome o prender el grabador: de ahí en adelante gobiernan la buena seriedad y el valor de la actitud. Vivimos en una situación de infinito, pero no de placeres y ebriedad sino de arte en la acción.

-¿Un happening?

-Un happening. O la gloria. Muy posible si fue un momento por izquierda, un poco de poesía en esa parte del día que no es el día, la confirmación de que existen las veinticuatro horas... A través de la animalización, nacimos como hombres libres del tiempo. Lo de los segmentos de ocho horas, imposible: es la esclavitud, tan acotados los horarios para dormirse, despertarse, desayunarse, limpiarse... Finalmente vamos dejando de hacer las cosas interesantes y dignas y cálidas: escribir, leer, escuchar música, hablar de música...

-¿Eso hacen los poetas de la zurda?

-Los poetas de la zurda no somos poetas: abrimos un poco la puerta para el texto y la música. Jorge obtuvo rápidamente el título de maestro. Cuino también, pero no se lo podemos dar porque lo cambia por otra cosa. Encontrarnos los tres fue un milagro. Tenemos una actitud, una rutina en el mejor sentido, una posición tomada: tenemos el pensamiento en movimiento. No usamos relojes sino los horarios Medellín y cruzamos ese margen de la ley, ya sea porque nos empujan o porque ponen algo del otro lado, y nos encontramos en situación... en situación Bill Clinton: ni más, ni menos.

-¿La zurda te retiene en Buenos Aires?

-No puedo considerar seriamente la posibilidad de vivir un tiempo demasiado largo en Buenos Aires. Creo que no tiene una influencia muy positiva en mí. Acá existe la posibilidad de hablar mucho. Y formar parte del circo romano de la actualidad, a cambio del desgaste de la cara, es un sinsentido. Además, tengo que descartar las actuaciones con mi banda, porque los chicos están en Madrid... Allá resuelvo, preparo y ensayo mis asuntos musicales. Pero tampoco tengo el proyecto de instalarme en Madrid.

Pienso en la animalizacion cuando Cuino Scornik me dice que en los años que pasó en México una chica le puso ese sobrenombre que, según la Real Academia, significa "cerdo más gordo que el ordinario y de patas cortas". Pero este poeta de la zurda no tiene cara de chancho, kilos de más o piernitas; lo de Cuino le habrá llegado, entonces, como esa calificación de conducta que tan bien pronuncia una voz femenina: "Sos un cerdo". Scornik no se parece al valiente Babe sino, acaso, a Tom Waits: la frente enorme, los ojos pequeños, los labios gruesos, el pelo ondulado, esa manera de fruncir el ceño y de tomar una cerveza tras otra.

Lo reconocería, me dijo, por el atuendo: alpargatas, bermuda oscura, buzo claro y una pulsera de mostacilla roja y blanca. "Te pido por favor que no dejes de poner que soy de River", me recibe en un bar de Palermo. Y presenta a una mujer morocha y linda: "Mi dama". Ella manifiesta su amor anti Davos -"anti Davos, sí: más allá de la globalización"- sacándose una sandalia y acariciándole una pierna con el pie mientras hablamos.

-¿Querés desde la primaria? Nos conocimos en la Escuela del Sol. El se quedó y yo me fui al Nacional N° 6. Y después a México. Cuando volví, tocamos en un lugar hermoso que se llamaba Le Chevalet, que hasta la medianoche era un restaurante francés donde se comía como los dioses y después se escuchaba lo poco que hubo de verdadero punk en Buenos Aires. Nosotros éramos el único grupo de rock & roll: Andrés, el violero venezolano Julián y a veces Gringui Herrera; no había baterista fijo.

Cuino no recuerda cuándo comenzó a escribir. Cree que su mamá todavía guarda su primer poema, sobre una flor que se convertía en cardo. "Muy dark para segundo grado, ¿no? Debía ser el cardo que se convierte en flor...", piensa, pero no está seguro. De algún lado debe provenir el carácter de su hijo Luca, "el asesino serial más joven de la historia". Cuino se parodia a sí mismo retándolo: "El gatito no se cayó, Luca. Lo tiraste". Y vuelve: "Me mata. Yo puedo andar sin un mango, pero tengo dos Lucas en el corazón". Además de Prodan, en su pecho suenan Frank Zappa y los Rolling Stones. Y, por supuesto, las canciones que hizo con AC: "No me pidas que no sea un inconsciente", "No te bancaste", las de El salmón y las que vendrán.

Tuvo The Very Cuino Band y hoy tiene El Lazarillo Deforme, con Martín García Reynoso y Gringui Herrera. Pero, sobre todo, tiene una conexión insondable con AC:

-A veces le doy una letra que hice en mi casa y me pide que se la cante como me la imaginé. O me dice, sin pedirme que se la cante, si quiero que me la haga como me la imaginé: bajísimo porcentaje de error. Y hay otra opción.

-¿Cuál?

-Me pregunta: "¿Querés que te sorprenda?". Y si puedo, lo sorprendo yo. Cuando terminamos de grabar una de las nuevas, "Caseros knock-out", le dije: "Acabás de cantar una anécdota mía adentro de Caseros". Se quedó duro: "Menos mal que me lo dijiste después".

Tambien Jorge Larrosa, el tercer vertice del triángulo sagrado de la zurda, sabe de asuntos carcelarios. "Digamos que antes yo tenía mi propio Código Penal", explica. Con la excusa de esos antecedentes, un oficial de la Policía Bonaerense quiso descalificar una foto que el letrista, reportero gráfico de profesión, sacó en la madrugada del 17 de septiembre de 1999, cuando sucedió la masacre de Villa Ramallo: un hombre uniformado llevándose un bolso del baúl del auto en el que intentaron huir los asaltantes del Banco Nación. A partir de esa foto, la justicia investiga si hubo una conexión entre la policía bonaerense y los atacantes: en el bolso podría haber handys, armas y otras pruebas que se ocultaron a la Justicia. "Díganle al fotógrafo metido que es boleta", le anunciaron voces anónimas en su casa y en el diario donde trabaja, Página/12.

-El héroe de Ramallo -presenta AC a este hombre de ojos claros y aire bondadoso, un uruguayo (lo delata el léxico: "mi señora", "el mostrador") que no representa sus 42 años. Entre otras cosas. Porque Larrosa no es como aparenta. Tampoco lo contrario, sino más: es el que aparenta y también alguien distinto. Parece callado, por ejemplo, pero habla como si fuera de la familia Calamaro. Parece cerebral, pero cuando menciona a AC revela un venero de amor. Y parece tranquilo, pero no me gustaría que se enojase conmigo.

Suya es la letra de "Nos volveremos a ver", que define como "un juramento de sangre sin necesidad de cortarse: basta la palabra. Encierra muchas cosas, muchas explicaciones marginales -aclara Larrosa-, pero el centro es la amistad con lealtad: ser ñeri. Un ñeri es un compañero con el cual enfrentar cualquier cosa en la vida, ya sea por derecha o por izquierda".

Se hicieron fieles mientras AC grababa Honestidad brutal. "Un amigo me llamó para preguntarme si no podía hacer unas fotos. No me dijo a quién. Fui y conocí a Andrés. Como ese día él no tenía ganas de hacer las fotos, nos quedamos charlando. Me llamó mucho la atención cómo podía hacer tantos temas en tan poco tiempo... «Me hacés acordar a Quevedo, que no paraba de escribir», le dije. «O a Forrest Gump, pero en vez de correr, escribís». Fui como diez veces antes de hacer las fotos. Empezamos a tener una gran relación".

Lo acompañó en la gira con Bob Dylan. Y cuando AC canceló su reserva de hotel para llevarlo a su casa, Larrosa le dijo:

-Vos sos verdaderamente un ñeri.

-¿Qué es un ñeri? -preguntó AC.

-En la zurda, es la persona con la que siempre se puede contar y a la que siempre hay que ayudar.

-¿Y de dónde viene la palabra?

-Un ñeri es un integrante de una banda. No una superbanda, sino una banda de barrio, que se crea con pibes: compa-ñeri-to... Una banda que se forma desde que los chicos entran a manguear a las puertas de un baile para ir al boliche, hasta que un día se hacen un estéreo y otro se hacen un auto... y bueno. De ahí se dice ñeri: es el que viene de chico a tu lado y sabés que nunca te va a dejar tirado. Traicionar a esa persona es traicionarse a uno mismo.

-¿Por qué no escribís sobre los ñeris?

-¿Cómo?

-Vos que siempre te despedís: "Nos volveremos a ver"...

-... porque uno nunca deja de verse con un ñeri.

-Y bueno, escribílo.

Larrosa sintió que no podía, que no estaba preparado. Pero también sintió que, con la proximidad de AC y Cuino, tenía una posibilidad de escribir. "Vamos a contar historias", le propusieron, y así nació el Movimiento No Intelectual de los Poetas de la Zurda. "Andrés para mí es un mesías -dice-, la persona que uno espera sin saberlo y que cuando llega le saca de adentro cosas que uno no sabe que tiene. No sé respetar los tiempos verbales pero sí sé lo que viví, y lo cuento y lo vamos escribiendo. Tuve una vida muy rica, con mucha experiencia con personas que respetaban la palabra, los códigos. Hoy encontré en Calamaro una parte de aquel pasado y una parte de mi presente. Me siento muy Siddharta: sé escribir, sé pensar y sé esperar."

El dia del cuarto encuentro con AC puede estar lindo para usar un gorrito. El verano 2001 es matador y hay un sol bárbaro. O tal vez para lucir la Travelpass o la Via Vai Card apoyada sobre el equipo teac. Dice AC que muchas muertes se producen por los automóviles y que sin embargo no están prohibidos. Lo mismo con el alcohol, también permitido, aunque ausente en su casa: me invita Coca Cola Light o agua mineral. "Hay mucha persecución y mala curtición", declara, y hace silencio como si eso fuera todo lo que importase sobre el tema.

-¿Hablamos de drogas?

-Hace poco prendí la televisión... La voluntad sólo controla cuando la encendés: después no sabés cuántos días, cuantos años pueden pasar...

Sobre las sustancias con distinta forma de administración pero idéntico efecto -estimulante, deprimente, narcótico y hasta alucinógeno- compara AC: "El asunto de la droga legal es como la filosofía, el arte de la maldad dentro y fuera del perímetro legal. Lo peor de la guerra contra la droga es que si yo la declaro, decido contra cuál droga. Mientras tanto, fabrico el Marlboro... ¿Viste que todo el mundo consume Marlboro, que tiene veinte productos químicos, no declarados en la etiqueta, con quién sabe qué consecuencias? Pero te meten preso por una pituca, en situación de coima y de terror".

La palabra droga, cree, es peor que las que terminan en -ina, según la boca de la que salga: "La gente no practica el pensamiento en movimiento cuando se trata de hablar, de debatir o de opinar sobre drogas...". El cree que sí y, purista en la defensa del derecho y el respeto, como se ha definido mil veces, especula: "Existe la posibilidad de que estas drogas prohibidas y perseguidas sean las más suaves".

Propone una comparación: "Supongamos que, en un gramo de cocaína, el corte sean 600 miligramos: quedan, entonces, 400 miligramos. Y una pastilla Roche, recontra heavy, son... ¡sólo dos miligramos! Yo reconozco haber actuado bajo los efectos del Rivotril, caray. Ansiolítico. Ansiolítico a secas tendría que ser obligatorio, no sólo legal: ¡basta de tabaquismo, basta de comerse las uñas, basta de temerles a las bocinas de los coches! El efecto primario es contundente. Los efectos secundarios son hostiles y tremendos. Son demasiados. Son tantos... ¡Son todos! Parece la guía de teléfonos de Satán: afonía, pérdida y/o aumento de peso, disminución de la libido, sensación de mirada fija, ira, irritabilidad, náuseas, mareos, intento de suicidio, malformaciones genéticas (pero pocos casos se dieron)... Pero el ansioso se echa la culpa a sí mismo".

A los 16 años, AC discó en el teléfono de la División Toxicomanía de la Policía Federal el número del abogado Joe Stefanolo, experto en la legislación sobre sustancias prohibidas. "A finales de los 70 los músicos practicábamos la situación marginal, ilegal, de consumidor adolescente de cannabis. ¡Una patriada, una quijotada! Era como ser rabino con Hitler", recuerda. "Una población que equivale al 51 por ciento, con margen de duda, en busca de los efectos benignos de ciertas sustancias... Un grupo de amigos que no le hubiera dicho que no a nada: fumábamos hierba, escuchábamos discos, tomábamos algún tripi... Pero tuvimos que pasar momentos de una crueldad insólita y de auténtico peligro."

Cuenta que en aquellos años se empezó a hablar de algo llamado merca. "Creo que todos suponemos que se trata de cocaína, pero tampoco preguntamos. Algún horror económico permite que, a través del circuito marginal y la manipulación de leyes, se invente un producto con valor dólar. Y todos los que andamos a pie formamos un mercado que no existía y que tampoco habría que llamar mercado, porque era una guerra química. En lugar de guerra contra las drogas, una guerra con drogas. Ya no hace falta la prisión para perder: perdemos todos porque el mal corte es malo. Y encima, legal; no obstante lo cual podés tener un momento desagradable con la policía."

No cambió, dice, su forma de pensar: "Frente a un comercio trucho e innoble, el problema es la curtición en sí". Que se define más o menos de este modo: "La buena curtición es como un código para respetar en el barco o en prisión, regulaciones tóxicas pero de gobierno. Tiene que ser un asunto de high. High. Buscar el límite de las posibilidades de la inconsciencia frente a la conciencia contaminada. Yo mantuve la ilusión en el high y en España entré a una categoría de gourmet, que es como tendría que haber sido siempre el consumo de estas cosas. En España disfruté de diferenciar... Hay que salir del nivel comercial". En el primer mundo, el problema no es la marginalidad: comercial es la mala palabra.

"Sé que quedo expuesto a una situación de oveja negra, de mala interpretación... Pero cuidado -advierte, con dramatismo símil profeta-: si salen a subasta los próximos 30 mil desaparecidos, bien podrían ser yonquis, yonquis virtuales (en un país donde el yonqui es una posibilidad improbable) y seropositivos."

Esa situacion de oveja negra crea una fantasía colectiva según la cual el eje de la conversación de AC son las drogas. Sin embargo, a lo largo de los encuentros para esta nota, el tema que se repitió fue otro, su obsesión -dicen sus amigos- de este regreso a Buenos Aires: el antiguo goce de una conversación sólida y apasionada y pendenciera sobre lo que más le gusta en este mundo, que es la música. "¿No existe más el buen debate musical? -demandó, casi enojado, AC-. ¿Sólo se puede hablar de marketing? La venta de discos te hace creer que lo importante son los discos que no se venden. Yo sé -agregó, brutal- que hay 30 mil que no vendo".

-¿Cómo se define el buen debate musical?

-El debate musical sirve para cultivar y para descubrir y para olvidarse de lo que no es la esencia y la verdad de la música. Nadie pide demasiado, nada más que sentarse y escuchar esa música: queremos entender, tenemos afición... Podemos seguir haciendo rock & roll y no pasar vergüenza gracias a la reconversión de Bob Dylan y Jimi Hendrix y a la complicidad de Beatles y Rolling Stones.

Y hoy grabamos como grabaron siempre los músicos de rock & roll: trabajamos en base a nuestras carencias porque lo importante es mostrar resto. A veces Gringui me dice: "Cantá para humillar", como cuando al jugador habilidoso y genial se le pide desde la platea: "Humille, maestro"... En la música no se trata de entender o no entender, sino de ir para adelante. Nada puede salir mal; en el peor de los casos, saldrá como el orto. Tocar es un poco la figura mítica, el deseo: lo que haríamos, y hacemos, gratis.

-¿En qué consiste ese deseo?

-El sentimiento, y no miento, sacude todo el cuerpo en su aparición física, la más clásica, la única que recuerdo... Evidentemente las canciones sujetan un poco el viento, la nada, y ocurre una cosa: cuando ya las conocemos y las sabemos, guardan alguna sorpresa. El otro día, distraído, escuché las nuevas canciones. Hubo momentos de emoción. La música es ese lugar donde nada nos puede hacer mal. Incluso es mejor que el tiempo.

-¿Por eso te hiciste músico?

-No sé qué soy. La categoría "músico de rock" me suena a "barman de Pinamar": una vitrina triste para participar en esa línea recta de la edición de discos. No tengo ningún diploma, ni siquiera sé leer música. Llego por descarte: empecé yendo a los conciertos y escuchando discos y formé parte de una generación que nace con el pelo largo y luego se lo corta... Hubo un momento en que me resultó más fácil escuchar el rock desde atrás del escenario que seguir entre el público, y ahora soy propietario de esta gran cantidad de nada sobre la cual estamos sentados. Tuve que representar papeles de músico para los cuales no estaba preparado, como cantar o hacer canciones, y ni siquiera pensé seriamente si tenía ganas de hacerlos... Creo que quiero grabar la música, una forma legítima de tocar... renunciar al pentagrama y usar una herramienta personal y popular: presentar la música grabada.

-¿Es tu manera de ir contra la corriente?

-No sé cómo hace el salmón, pero los pocos que conozco me dicen que lo estoy haciendo bien.

 
 
   
 
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